El universo opera en un equilibrio dinámico en el cual toda energía proyectada en una dirección es compensada por una energía semejante en la dirección contraria. Por eso para poder recibir, primero debemos aprender a dar precisamente aquello que deseamos recibir.
Si la abundancia que buscamos es la abundancia de dinero, tenemos que comprender que como todo lo que existe en la naturaleza el dinero es solo una forma de energía que debes ser mantenida circulando constantemente, pues si solo deseamos acapararlo y aferrarnos a él, solo logramos evitar que fluya hacia nosotros cortando su circulación.
Toda la creación sigue una relación de dar y recibir. El dar engendra el recibir, y el recibir engendra el dar. Y así como lo que sube debe bajar; lo que se va debe volver.
En realidad no existe ninguna diferencia entre dar y recibir, porque solo son secuencias del flujo de la energía del universo, y la naturaleza en su gran sabiduría nos demuestra que cuando se interrumpe el flujo natural del agua, al estancarse se corrompe y se pudre.
Las alegrías que se comparten se multiplican, el amor que compartes se multiplica, todo lo que tiene valor en la vida se multiplica cuando es dado desde el alma, sin segunda intención. Pues si al dar sientes que has perdido algo, si al dar una parte tuya se va junto con lo que das, entonces ese acto no generará abundancia.
Por eso al dar lo más importante no es qué se da, sino la intención con la cual se da, y la única intención que puede multiplicar la energía, es la intención de crear felicidad en quien recibe. Esto hará feliz a quien recibe y también a quien da.
En realidad, practicar la ley del dar o del equilibrio dinámico es sumamente sencillo: si quieres recibir alegría da alegría, si quieres recibir afecto da afecto, si quieres atención y respeto atiende y respeta a los demás, y si quieres recibir riqueza material, todo lo que tienes que hacer es ayudar a otros a conseguir riqueza material, porque la forma más fácil de conseguir lo que deseamos es ayudando a los demás a conseguir lo que ellos desean.
La mejor forma de poner en movimiento la energía que deseas recibir, es dando algo cada vez que te encuentras con otra persona. Y no te confundas con el mundo material, no es necesario que regales dinero u objetos materiales, en realidad las cosas más poderosas que se pueden dar son las que pertenecen al plano espiritual: Aprende a dar tu afecto, tu atención, tu compañía, tu amor, tu aprecio, tu respeto, un beso, una flor, un cumplido...
Y hasta puedes dar deseándole la felicidad y el bien a cualquiera con quien te cruces durante el día, elevando una oración a Dios sin necesidad de que esa persona se entere.
Si la gente se siente mejor después de estar contigo que antes de encontrarte, entonces vas en la dirección correcta.
Dr. Roberto A. Bonomi